viernes, 28 de octubre de 2022

Los Palillos Chinos

Cuando llego a casa…, respiro, dejo las llaves a la entrada en una jabonera blanca con forma de manos a la que cambie de funcionalidad porque me gusta dar mi propio sentido a los objetos y personas que me rodean. Ellos son lo que yo quiero que sean para mí. 

Un poco de música de los cabarets alemanes de los años 30 cortesía de Master Frank con ese sonido cálido de gramófono antiguo y en seguida a la ducha. No me siento Yo vestido con esta ropa de trabajo…, debo preparar mi cuerpo para la visita de Alicia a WonderLand. 

Botas, pantalones, chaleco y muñequera de cuero negro con dos hebillas, muy de código…  

La calefacción bien fuerte; entreabro la puerta; dejo un sobre dorado en el suelo de la entrada; me siento en mi butaca y enciendo una lámpara detrás de mí; apago el resto de luces, preparo una pequeña alfombra blanca a mis pies y me dejo embriagar por la música. 

Disfruto estos instantes de espera, recogiéndome en mi mente, disfrutando de Alicia, de su pelo, de sus manos, de sus pies, de su mirada, de su olor, del perfume de su bajo vientre… ¡Qué ganas de volver a tenerla a mis pies! 

En el reloj están a punto de dar las 22:00, comienzo a escuchar el sonido de tacones subiendo por la escalera antigua de madera, bajo la música para concentrarme en esa dulce melodía que es su caminar. 

Son exactamente 20 escalones de los antiguos de las "corralas" madrileñas; menciono esto porque son desiguales y nada fácil de subir con tacones de aguja. 

Le di unas instrucciones muy claras para poder entrar en mi casa: zapatos de tacón negros, medias, una gabardina y un juego de palillos chinos…, nada más. Cualquier prenda de más o de menos la haría salir de Wonderland con la misma prisa con la que había entrado.Yo cuidaría de ella, mientras estuviera entre mis manos, no tendría que preocuparse de nada…Vislumbro su silueta a través del hueco de la puerta. Ella sabe qué aunque la puerta está abierta no debe entrar sin mi permiso (eso lo aprendió otra noche en manos de mi fusta).Dos golpes de nudillo en la puerta. 

  • Pasa y cierra la puerta por favor. 

Estaba preciosa, había venido perfecta, me hubiera costado echarla si hubiera desobedecido. 

  • Buenas noches Señor. 
  • Buenas noches Alicia, un placer tenerte aquí conmigo. ¿has traído los palillos como te pedí? 
  • Sí Señor, aquí están. 
  • A tus pies tienes un sobre dorado, es para ti. 

Flexionó sus rodillas, lo recogió, saco la tarjeta que leyó atenta; cuando terminó, me miro a los ojos y se dirigió muy despacio hacia mí. Yo aproveche para subir un poco la música. Se situó en la alfombra blanca apenas a 50 cm de mí; podría tocarla si hubiera querido, creo que ella lo deseaba, pero quería mirarla, que notara como me metía dentro de su interior y buceaba en sus deseos. 

Le hice un gesto con mi cabeza, cuando empezó a sonar "Lili Marlene" de la voz de Marlene Dietrich… Ella se quitó la gabardina de golpe y la dejo caer al suelo. No pude evitar sino suspirar y una sonrisa cómplice brotó de mí. 

Me entrego los palillos y siguió las instrucciones del sobre dorado: fue a la cocina recogió la bandeja donde había un plato de sushi, una botella de agua y un consolador. 

Se puso a 4 patas en horizontal delante de mí y yo coloque la bandeja en su espalda. Llevé los dedos de mi mano izquierda a la comisura de su boca, acariciándola hasta que Alicia comenzó a lamer y chupar mis dedos al sentirlos dentro de su boca; lentamente los saque y empecé a acariciar su sexo y separar sus labios… ¡Qué satisfacción comprobar que estaba excitada! Ahora ya podía cenar tranquilo comiendo el sushi con los palillos chinos que amablemente me había traído Alicia… 

P.D.: Lo que paso después ya es otra historia que sólo a dos atañe. 


viernes, 21 de octubre de 2022

El primer castigo

Tenía orden de no usar bragas más que durante mi menstruación. Y así lo había hecho, hasta ese día...

Era invierno y, como siempre suele suceder aquí, soplaba un viento constante. Yo llevaba mi collar puesto, oculto bajo el cuello de mi jersey. Me gustaba llevarlo, me  sentía absurdamente abrigada (en más de un sentido) al llevarlo. Sentía como un calor que se irradiaba desde mi cuello hacia el resto del cuerpo. Era excitante, despertaba mi imaginación, me traía recuerdos. Iba caminando por la calle pero en realidad mi mente estaba en otros sitios.

Y claro, mente traviesa + collar puesto + sin bragas + viento + humedad vaginal = frío gélido en la entrepierna.

Así que me di media vuelta y volví a casa. Me puse unas bragas y otros pantalones y volví a salir a seguir con mi  día. Pero no estaba cómoda, no me sentía bien. Sabía que estaba desobedeciendo.

Lo primero que hice esa tarde, al verle en la pantalla, fue confesar mi falta, explicando mis motivos para hacerlo. Él se quedó pensativo durante unos minutos y al cabo de un rato, esbozó esa sonrisa depredadora que yo había llegado a conocer muy bien en muy poco tiempo. Sólo que esta vez esa sonrisa no denotaba un "juego" divertido, sino algo que, seguramente, me resultaría mucho menos placentero.

Me explicó que sus castigos siempre eran duros, que prefería castigar duramente la primera vez para evitar una reincidencia. Y que sus castigos siempre estaban relacionados con la falta.

Dijo: "Querías llevar bragas, muy bien. Llevarás bragas, entonces. Te pondrás una, y no te la quitarás hasta que hablemos el lunes por la tarde. No te la quitarás para nada. Si tienes que ir al baño, a mear,  lo harás con ella puesta. Si es a otra cosa, podrás apartarla, pero no quitarla."

Era jueves. Y el domingo tenía visita de mi familia, algo que no podía cancelar ni cambiar. Se lo recordé, pensando que lo había olvidado y que cambiaría las fechas del castigo. Pero su sonrisa se ensanchó aún más, cuando me dijo "Ya lo sé". Le dije que era imposible, que no podía estar así, que el olor, que se darían cuenta. Y me dijo que en mi mano estaba acatar el castigo o no.

No hacía más que pensar en cómo estarían las bragas el domingo. Hasta entonces podía evitar el contacto con la gente, estar en casa. Y tenía que cumplir el castigo.

.... Y se me encendió la bombilla. Y en ese momento, fui yo la que sonrió de oreja a oreja.

Pasaron los días, cumplí mi castigo a rajatabla. Recibí a mi familia el domingo, pasamos el día juntos y fue una visita muy agradable.

El lunes por la tarde, cuando estuve ante él, lo primero que me preguntó fue si cumplí. Y le dije que sí, puesto que así había sido. Quiso saber entonces cómo había hecho para que mi familia no se percatara de nada. Y entonces le dije: "El castigo era llevar las bragas puestas, todo el tiempo, hasta hoy por la tarde. Lo único que podía hacer era apartarlas un poco en el baño cuando no era para orinar. Tenía que mear con ellas puestas. Y eso hice. No me quité las bragas ni un momento, ni siquiera toooodas las veces que me duché ese fin de semana para que estuvieran limpias" Y sí, lo confieso, cuando acabé de decirlo tenía una sonrisa de satisfacción en mi cara. De hecho, pensé que se iba a enfadar, pero no. Lo que hizo fue soltar una larga y estruendosa carcajada y mirarme con un cierto velo de orgullo en los ojos. Eso sí, me dijo que para el próximo castigo se encargaría de que no hubiera "flecos" por donde evadirme.


domingo, 9 de octubre de 2022

La Goma Azul

Aquí estoy de nuevo, desnudo, con unos zapatos de tacón de aguja negros; con mis muslos, apretados, tapando mi sexo, delante de un espejo con la goma azul de su pelo en la palma de mi mano. Miro…, respiro…, y siento… Recuerdo nuestro primer encuentro, nuestro primer café, la primera mirada que me atreví a mantener, no como reto, sino como señal de respeto. ¡Qué placer deslizarme por el iris de sus ojos y bucear en un maravilloso río de lava ardiente que descubrí en su interior! 

Cada vez que con firmeza cierro mi puño y su goma azul traspasa mi mano, mi vientre se encoje, mi corazón se estremece, mis ojos se cierran y todo mi mundo desaparece, se convierte en vacío…, un vacío de su recuerdo. Vacío de sus manos, de sus pies, de su mirada, de su pelo que con tremendo placer mecí entre mis manos como si se escapara el viento entre mis dedos. 

Como cada noche rocío la goma con su perfume y la acerco levemente a mi nariz para sentirla cerca aunque todo mi ser esta ya empapado por su esencia; deslizo mi lengua con sumo cuidado por el interior de la goma, mimando los contornos, saboreando su aroma con mis labios haciendo presente la adoración de su sexo. 

¡Déjeme ir! Por favor Señora, se lo suplico… ¡Déjeme ir! 

Déjeme que abandone su recuerdo, su pasado, mi presente… ¡Déjeme ir! 

El vacío se apodera de mí, mis lágrimas rotas inundan los zapatos que un día me regaló y entonces su imagen…, su imagen vuelve a mí, se refleja en el espejo y yo no puedo sino postrarme, arrodillarme, bajar mi cabeza hacia su pies, poner su goma azul en mi pelo esperando, deseando que Usted la tome y la vuelva a poner en el lugar que nunca debió abandonar: mi muñeca izquierda; pero sé que sólo es un deseo, así que vuelvo a mí, me descalzo, seco mis lágrimas, guardo su goma azul en una pequeña bolsa de cuero negro y la pongo debajo de mi almohada… 

Cómo cada noche dormirá conmigo… 


Autor candyman