lunes, 18 de marzo de 2024

El Maestro de llaves

El maestro de llaves me había colocado un cinturón de castidad. Mi ano era el único agujero accesible. Sentí excitación cuando noté sus manos colocándole. Me gustaba que nada me perteneciera, no tener esa opción de satisfacer mi coño cuando lo necesitara.

Tomó un rotulador permanente y escribió en mi cuerpo, pute gratuite y fuckmeat cerca del filo del cinturón.

Me humillaba y me excitaba a la vez. Ver el disfrute en su rostro, como apretaba para que quedaran sus palabras grabadas en mi cabeza.

Esas palabras me hicieron sentir algo diferente, no las soportaba. Eran fuertes, sentí calor en mi cuerpo. Cómo subía hasta mi cara.

Tenía que salir con aquello escrito, estaba nerviosa, agitada, aquella vez era diferente.

Debía obedecer, una parte de mi tiraba para que no lo hiciera, sentía la necesidad de llorar.

Quería desahogarme, vomitar. 

-Vamos.-me dijo el maestro.

Estaba paralizada, me sudaban las manos. Me deje llevar y camine detrás. Los Dominantes jugaban al poker, observaron mi cuerpo de arriba abajo, en ese instante sentí liberación.

Aunque se reían, dentro de mí había excitación, era algo que necesitaba, que me vieran así. Necesitaba ese dolor, esa dificultad, tener que tragar aquello y superarlo.

-De rodillas.-me dijo el maestro.

Aquella excitación crecía. Parecía que era un mueble, al que podían contemplar cuando quisieran y excitarse.

Las palabras me excitaban cada vez más, no sabía porque mi mente había cambiado.

Algo que segundos antes me hacía sentir mal, ahora me acababa excitando. 

Me empujaron de tal forma que casi lograron que llegara al límite de llegar a correrme.

Cuanto peor la humillación, más excitación después.

Uno de los Dominantes ganó la partida, era el premio para él.

Lami su polla bajo la atenta mirada de todos, aplastaron en mi pelo un huevo, tiraron basura sobre mi, no me importaba seguía chupando con mas ganas.

-Pute.-pronunció uno de ellos.

Volví a sentir ese calor recorriéndome. El hombre introdujo su polla más al fondo de mi garganta. 

-Fuckmeat.-dijo acercandose a mi oído.

Era como si supieran lo que sentía, mientras lo pronunciaban.

Quería correrme y llorar a la vez. Azotaron fuerte mi culo con una pala con tachuelas.

Sentía presión, fuerza, me temblaba el cuerpo.

Era lo que necesitaba en esos momentos, ser arrastrada fuera de mi zona de confort.

Ser expuesta, humillada, libre, quería que su intensidad me recorriera y disfrutarla.

Que me impusieran, deseaba sentirme sucia, vulnerable.

El Dominante agarró mi garganta, apretó con fuerza. Sentí desesperación, mis dedos no tocaban el suelo.

Un juguete, al que estaban disfrutando en esos momentos, había dejado mi cuerpo y mi mente en sus manos.

Sentí el siguiente azote, mi cara se estaba poniendo roja, el Dominante tiro de mis pechos y abrió su mano para dejarme caer al suelo.

Pude tomar aire, mientras los latigazos marcaron mi espalda.

Me ofreció su pie para limpiarlo, tenía un mal olor. No tenía otra opción que chuparlo. Si no lo haría a la fuerza.

Saque mi lengua, pero lo empujo dentro de mi boca. Quería que lo saboreara.

Dejar en mi mente su sabor. 

Babee mientras lo memorizaba, lamiendo y llenándolo de saliva.

Tiraron de mi pelo, me dieron bofetadas, me escupieron y me mearon encima, no debía de olvidar mi posición.

Limpie sus pollas y luego el suelo de sus meadas.

Agradecí que me dejaran hacerlo, haciéndome sentir, que estaba muy por debajo de todo aquello.

Regrese a mi jaula como si hubiera tocado el cielo con los dedos. Deseaba volver a sentir esa intensidad, que tanto me asustaba, que me hacía sentir pequeña. Pero a la vez que tanto me excitaba y me permitía ser yo.


©dulcelulu


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